1
MÍSTICA CIUDAD DE DIOS: PARTE 7
165. El tercero dote es fruición y corresponde a la caridadque no se acaba (1 Cor 13, 8), pero se perfecciona en lagloria; porque la fruición consiste en amar al sumo Bienposeído, y esto hace la caridad en la patria, donde asícomo le conoce y tiene como él es en sí mismo, asítambién le ama por sí mismo. Y aunque ahora, cuandosomos viadores, le amamos también por sí mismo, pero esgrande la diferencia: que ahora le amamos con deseo yle conocemos no como él está en sí, mas como se nosrepresenta en especies ajenas o por enigmas (1 Cor 13,8), y así no perfecciona nuestro amor, ni con él nosquietamos, ni recibimos la plenitud de gozo, aunquetengamos mucho en amarle. Pero a su vista clara yposesión verémosle como él es en sí mismo y por sí mismoy no por enigmas, y por eso le amaremos como debe seramado y cuanto podemos amarle respectivamente, yperfeccionará nuestro amor, quietados
13
con su fruición,sin dejarnos qué desear.166. De este dote tuvo María santísima máscondiciones que de todos en algún modo; porque suamor ardentísimo, dado que en alguna condición fueseinferior al de los bienaventurados, cuando estaba sin visión clara de la divinidad, fue superior en otras muchasexcelencias, aun en el estado común que tenía. Nadietuvo la ciencia divina que esta Señora, y con ellaconoció cómo debía ser Dios amado por mismo; yesta ciencia se ayudaba de las especies y memoria dela misma divinidad que había visto y gozado en más altogrado que los Ángeles. Y como el amor le medía con esteconocimiento de Dios, era consiguiente que en él seaventajase a los bienaventurados en todo lo que no erala inmediata posesión y estar en el término para nocrecer ni aumentarse. Y si por su profundísima humildadpermitía el Señor o condescendía con dar lugar a que
 
2obrando como viadora temiese con reverencia ytrabajase por no disgustar a su amado, pero estereceloso amor era perfectísimo y por el mismo Dios, y enella causaba incomparable gozo y delectacióncorrespondiente a la condición y excelencia del mismoamor divirio que tenía.167. En cuanto a los dotes del cuerpo que redundan enél de la gloria y dotes del alma, y son parte de la gloriaaccidental de los bienaventurados, digo que sirven parala perfección de los cuerpos gloriosos en el sentido y enel movimiento, para que en todo lo posible se asimilen alas almas y sin impedimento de su terrena materialidadestén dispuestos para obedecer a la voluntad de lossantos, que en aquel estado felicísimo no puede serimperfecta ni contraria a la voluntad divina. Para lossentidos han menester dos dotes: uno que disponga pararecibir las especies sensitivas, y esto perfecciona el dotede la claridad; otro para que el cuerpo no reciba lasacciones o pasiones nocivas y corruptibles, y para estosirve la impasibilidad. Otros ha menester para elmovimiento: uno para vencer la resistencia o tardanzade parte de su misma gravedad, y para esto se leconcede el dote de agilidad; otro ha menester para vencer la resistencia ajena de los otros cuerpos, y paraesto sirve la sutilidad. Y con estos dotes vienen a quedarlos cuerpos gloriosos, claros, incorruptibles, ágiles ysutiles.168. De todos estos privilegios tuvo parte en esta vidanuestra gran Reina y Señora. Porque el dote de laclaridad hace capaz al cuerpo glorioso de recibir la luz ydespedirla juntamente de sí mismo, quitándole aquellaoscuridad opaca e impura y dejándole más transparenteque un cristal clarísimo. Y cuando María santísimagozaba de la visión clara y beatífica participaba su virginal cuerpo de este privilegio sobre todo lo que
 
3alcanza el entendimiento humano. Y después de estas visiones le quedaba un linaje de esta claridad y purezaque fuera admiración rara y peregrina, si se pudierapercibir con el sentido. Algo se le manifestaba en suhermosísimo rostro, como diré adelante, en especial en latercera parte
 
(Cf. infra n. 219, 329, 422, 560; p. III n. 3, 6,40, 449, 586, etc.) , aunque no todos la conocieron ni la vieron de los que la trataban, porque el Señor le poníacortina y velo, para que no se comunicase siempre niindiferentemente. Pero en muchos efectos sentía ellamisma el privilegio de este dote, que en otros estabacomo disimulado, suspenso y oculto, y no reconocía elembarazo de la opacidad terrena que los demássentimos.169. Conoció algo de esta claridad Santa Isabel,cuando viendo a María santísima exclamó conadmiración y dijo (Lc 1, 43): ¿De dónde me vino a mí que venga la Madre de mi Criador adonde yo estoy?— No eracapaz el mundo de conocer este sacramento del Rey, niera tiempo oportuno de manifestarle, pero en algotenía siempre el rostro más claro y lustroso que otrascriaturas, y lo restante tenía una disposición sobre todoorden natural de los demás cuerpos y causaba en ellauna como complexión delicadísima y espiritualizada, ycomo un cristal suave animado que para el tacto notuviera aspereza de carne, sino una suavidad como deseda floja muy blanda y fina; que no hallo otros ejemploscon que darme a entender. Pero no parecerá mucho estoen la Madre del mismo Dios, porque le traía en su vientrey le había visto tantas veces, y muchas cara a cara; puesa Moisés, de la comunicación que tuvo en el monte conDios, mucho más inferior que la de María santísima, nopodían los hebreos mirarle cara a cara ni sufrir suresplandor cuando bajó del monte (Ex 34, 30). Y no hayduda que si con especial providencia no ocultara el Señory detuviera la claridad que la cara y el cuerpo de su purí-
Buscar historial:
Buscando…
Resultados00 de00
00 resultados para resultado para
  • p.
  • Más De Este Usuario

    Comments
    Post comment
    Searching for sor maría de jesús de agreda,mistica c...?